jueves, 19 de marzo de 2009

BAires II Avenida Santa Fe


Fue un viaje de luna de miel. Fui allá con Eduardo, mi amor, mi pareja. Suena raro, pero sí, mi pareja, o el más paraguayo "mi compañero". Y yo que me había vuelto escéptica, que creía que la convivencia es imposible y el amor una vana ilusión fugaz. Es dulce eso, tener a alguien. Alguien con rostro y voz, nombre y apellido. Caminar con él de la mano e ir descubriendo calles, lugares, momentos. Sacar fotografías que forman la memoria de una historia de amor. Entonces la vida se vuelve suave.
Avenida Santa Fe fue la primera que recorrimos. Me gustó el paisaje urbano bonaerense; los coloridos puestos de flores en las veredas, los balconcitos con flores, las vidrieras que te hipnotizan, los cafés y heladerías en cada esquina, la gente caminando. Se camina mucho allá. Lo cual me parece bien, porque las ciudades se conocen mejor desde la calle, desde la gente.
Sobre Santa Fe están las bocas de entradas de una línea del subte (viajé en subte, súper!) y también del Shopping Alto Palermo, que -me dijo E.V- fue el primero de la ciudad y que empezó a cambiar las costumbres de los bonaerenses. Por cierto, este centro comercial está atravesado por la calle Arenales y le hace un túnel encima. Curioso. Patrullaje de reconocimiento, foto en el balcón del shopping con paisaje urbano de fondo, y almuerzo, por supuesto; la muy célebre carne argentina.
A la tardecita fuimos al Ateneo, sobre la misma avenida. Impresiona el edificio que alguna vez fuera el cine teatro Gran Splendid, convertido en librería desde el año 2000; magníficos los palcos, la cúpula y todas las exquisiteces arquitectónicas que dan un marco majestuoso a los miles o millones de libros -inabarcables- que tientan y esperan en sus estantesa a las manos precisas que los hojeen y descubran. Dicen que es la segunda librería más bella del mundo, y ya forma parte del circuito turístico de la ciudad. E.V compró Ojos Azules, la última novela de Pérez Reverte, y otros títulos, después fuimos a sentarnos en el cafecito del escenario, ahí nomás vimos que se hacía Lectura de la Borra del café, por un tal Diego Seferian. El tipo habló mucho y bien, me dejó helada con un dato exacto, varias acertadas y me tiró mucha buena onda.
Me dijo que me llego el amor y que me van a pasar muchas cosas buenas. Y yo le creo.

martes, 17 de marzo de 2009

BAires I


Lo del avión siempre es fantástico, al menos para mí. Me gustan los aeropuertos desde la infancia, cuando mi tía Ana María llegaba a Paraguay proveniente de Venezuela, cargada de maletas llenas de regalos y curiosidades, envuelta en un perfume maravilloso y un aura de celebridad familiar.
El despegue me dió una sensación levemente orgásmica, aunque esta vez casi me reventaron los oídos al aterrizar. El vuelo fue tranquilo, y oídos aparte, placentero, sobre todo por el caballero sentado a mi lado. Llevé una lectura ligera -El camino del encuentro, de Bucay-; por supuesto no leí una sola página.
Me impresionó Buenos Aires ya desde el aire, esa red densa, cuadriculada y ordenada de luces que se extiende abajo hasta donde la vista puede abarcar.
Tenía una extraña sensación de normalidad. Como si estuviese acostumbrada a viajar en avión desde siempre. No sentía el latido acelerado de la emoción, sobre todo considerando que era mi tercer vuelo y que desde hacía un tiempo conocer BAires y transitar sus calles era un sueño largamente acunado y acariciado.
Buenos Aires era mi París, más posible y cercano.
Llegamos a eso de las diez de la noche, al bajar las diferencias ya eran notorias desde el aeropuerto, nuestro Silvio Petirossi es minúsculo y obsoleto comparado con Ezeiza. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero inevitables. Aun así I love PY
Taxi lindo, negro y amarillo, taxista informado, autopista Riccieri de varios carriles, intersecciones, puestos de peajes, rotondas, edificios, luces, por la 9 de julio, el Obelisco a lo lejos, semáforo en rojo, luz verde, flashes de fotos, hija de mil, al fin Buenos Aires!!!