Sus manos tocan los acordes de nuevas canciones.
Canciones que nacen del encordado de sus guitarras, del roce de sus manos, del ritmo cantadito de su voz. De su mirada.
Y ahora entiendo.
Entiendo las otras, las del crepúsculo asesino que incendió el firmamento (por un momento). Las entiendo y las acepto.
Sus manos me tocan como a sus guitarras... despiertan canciones en mí.
Canciones infinitas y eternas. Palabras prohibidas. Melodías desconocidas. Ojos azules que apagan los terrores infantiles al amanecer. Mirada azul. Siempre y nunca ya no asustan. Solo la tibia piel que acuna sueños...
ResponderEliminarTu piel y mis sueños.