miércoles, 22 de abril de 2015

Melancolía

Palabras-libélulas esquivas.
Palabras cristales rotos.
El verdadero dolor es indecible, dice Rosa Montero, periodista y escritora; "Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la Palabra". (La ridícula idea de no volver a verte.)  Si digo perdón la inmensidad me devuelve los ecos. Si te quiero siempre te quise tal vez adiós sería mejor. 
No soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo.
Una palabra tuya. 
Una palabra.
Damián dice crisálida. Montse relámpago. 
Yo, nada.
Abro el sobre y deletreo. Trato de entender esa palabra, la doblo y desdoblo, googleo, la meto en la boca y saboreo, quiero escupirla y no puedo, su sabor rancio se pega a mi lengua se disuelve en mi sangre, corre aun por mis venas y me anida en los huesos, como el ADN, como el amor, como el dolor, como la muerte.
La luz/ los siglos de los siglos/ el silencio/ las cenizas/ el tiempo/ el diagnóstico/ la pobrecita esperanza/ la derrota de la alegría/ las flores amarillas que arranca el viento/ los pájaros negros revoloteando en el pecho/ tu nombre/el odio de Dios/ dios padre/ mi padre/ adiós. 
Me quedo inmóvil al lado del camino. 
Cierro los ojos, respiro en silencio.
Dicen que: Se debe de: Verbalizar. Entonces digo: Que (te) quiero, y no. No me pude quedar. Te amo corazón. Que no te perdono. Te quiero te quiero siempre te quise.  Que no me importa. Ya no importa. Mentira. Porqué. Ojalá. Que siempre nunca basta ya no puedo más. Podría, simplemente, gritar?







No hay comentarios:

Publicar un comentario