a E. V.
Amor insospechado que me diste la mano
¿En qué me has transtornado?
En ojos constantes
y piel anhelante.
Soplo propicio a tu boca,
incandescente
humo que asciende
en el éter.
Tuyas mis noches
sean siempre.
Y las mañanas.
Nunca digas SIEMPRE
sentencian viejas amargas.
Siempre
Siempre
Siempre
repito tres veces.
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