martes, 6 de enero de 2009

Magia de Oriente


Ian, otra vez te madrugaron los Reyes Magos.
Otra vez te venció el sueño, y no los oíste llegar, no escuchaste el trac trac de las pisadas de los camellos, ni sus resoplidos, ni su glup glup cuando tomaron toda el agua. No escuchaste el crujir del papel de los regalos cuando los dejaron sobre tus zapatos, no los pillaste -otra vez- este año.
Azul, de nada te sirvió el binocular que preparaste. Sin que te dieras cuenta, los reyes te dejaron las muñecas y los libros y los lápices de colores y se llevaron el regalo de agradecimiento que les preparaste; seguro fuiste la única niña que devolvó la gentileza. No sos nada dormida.
No hubo carbón este año, y nunca lo habrá si yo puedo evitarlo.

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